Mentiras y encuentros inesperados

3 de marzo.

— Hola A.

— Hola B.

— ¿Cuándo me vas a invitar a comer eso que me gusta tanto y que cocinas tan bien.

— Cuando tu quieras. Solo dímelo con tiempo para comprarlo.

— El sábado 25 de marzo estaría bien.

— Perfecto, pues ese día lo hacemos.

— Genial.

— Genial.

El día 11 de marzo, B se fue a comprar todo para tenerlo preparado y lo congeló.

24 de marzo.

— A, ¿a qué hora te viene bien mañana?

— A las 12 estoy en tu casa.

— Perfecto.

25 de marzo, 10:00.

— B, dentro de dos horas estoy en tu casa.

— Guay, ya he descongelado todo para empezar a prepararlo cuando llegues.

— Estoy deseando.

25 de marzo, 11:45.

— B, me encuentro fatal, creo que he cogido algún virus del estómago y no voy a poder ir.

— ¡Oh! Lo siento A. Cuídate mucho y si necesitas algo avisa y voy a verte.

— ¡Sí! No te preocupes, seguro que comiendo algo ligero y descansando, se me pasa.

B se pone a pensar en que hacer con la comida. No se puede comer todo y ya está descongelado. Tampoco puede cocinarlo y volverlo a congelar. Tendré que tirar la comida. Otra vez será.

B se va a dar un paseo.

— ¡Hola B!

— ¡Hola C!

— ¿Dónde vas?

— Estaba dando un paseo. Oye, que tal está A.

— A es una cabeza loca. Esta mañana se ha levantado y me ha dicho que se iba con D a la sierra?

— ¿En serio!

— Sí, ayer salió y esta mañana estaba con resaca, pero ha dicho que no tenía nada que hacer. Luego le ha llamado D y se ha apuntado para ir a la sierra.

—Es que A no para…

B sigue dando su paseo, pero no puede dejar de pensar que A ya ha ido demasiado lejos en su amistad. Por infidelidades menores, se han roto muchas relaciones…

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